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1 de diciembre del 2004
El Canto General de Pablo Neruda y la historia mapuche

por Arauco Chihuailaf

La presencia, en el Canto General, de la historia indígena y mapuche en particular no escapó a los especialistas. Uno de ellos recuerda que el poeta canta Arauco a lo largo de tres secciones, 17 poemas que constituyen la secuencia más larga dedicada a un pueblo indígena americano (Catalan, 2000 : 83). Esto tampoco escapó a un periodista francés que, en una entrevista realizada después de la obtención del Premio Nobel, hizo notar al poeta la presencia indigena en su poesía. « Así es –responde Neruda-. Yo he tenido el sentimiento de la historia, que es un poco la conciencia del pueblo. En Temuco se desarrolló la mayor batalla de la Araucanía. Los conquistadores españoles buscaban oro, oro, oro. Pero con los indios araucanos no pudieron lograrlo, no sólo porque eran pobres sino porque ningún pueblo indio de América resistió tan ferozmente a los españoles. Es un hecho que se ha olvidado demasiado » (Teitelboim, 2003 : 25). Pero no es sólo olvido de capítulos de la historia pues, para Neruda, los gobiernos chilenos han ocultado la verdad sobre los indígenas, han tratado incluso de minimizar el número (1).

¿Deberíamos concluir que Neruda fue indigenista o que su preocupación era hacer entrar al Indio en la imagen o en la conciencia nacional ? ¿Escribió desde el mundo indígena o lo hizo desde fuera ? Plantear tal debate sería reductor. Su vocación y su compromiso fueron más amplios. ¿Podía ser de otro modo para un militante y para alguien que se identificaba con el pueblo ? Escribo para el pueblo, aunque no pueda / leer mi poesía con sus ojos rurales. / … Vendrá el instante en que una línea, el aire / que removió mi vida, llegará a sus orejas (XV. Yo soy). En 1969, al aceptar la candidatura a la Presidencia de la República, se presentó como un chileno que formaba parte del pueblo. « No soy extraño a él, vengo de él, formo parte del pueblo. Pertenezco a una familia de trabajadores ». Y en su discurso de recepción del Premio Nobel, en 1971, los « pueblos » están nuevamente presentes : « Heredamos la vida lacerada de los pueblos que arrastran un castigo de siglos … pueblos que de pronto fueron arrasados y enmudecidos por las épocas terribles del colonialismo que aún existe ».

¿Por qué hablar de la historia indígena y de la historia mapuche en particular a partir de un poema, incluso si se trata de uno de los más importantes de América latina ? ¿No sería mejor recurrir a los libros de historia ? Sin duda. Pero entonces cabría preguntarse si los historiadores se refirieron a ella y en tal caso, qué escribieron. No es un juicio apresurado si afirmamos que la estigmatización del mapuche es el rasgo caracterizador de la historiografía conservadora, al menos hasta la primera mitad del siglo XX.

La poesía de Neruda -escribe Teitelboim- permite « redescubrir la América silenciada ; reconocer la oculta aventura o desventura del pueblo o capítulos tragados por los hoyos negros de la Historia » (2001). Justamente, queremos destacar en estas páginas uno de los méritos, desde el punto de vista histórico, del Canto General : el haber contribuido a sacar del olvido la historia mapuche e indígena en general para recordar, no solamente a los chilenos sino también a los latinoamericanos, el componente indígena de nuestra historia y de las prolongadas luchas de nuestros pueblos. Y esto en un momento en que la historiografía era ajena a los indígenas y a los sectores populares (2). Neruda revela silencios de la historia : el despojo de tierras, no solamente durante la conquista : « Valdivia, el capitán intruso, cortó mi tierra con la espada/ entre ladrones … », sino igualmente en el siglo XX (3) ; las masacres cometidas no sólo por el conquistador español sino también por los conquistadores de fines del siglo XIX y comienzos del XX en Tierra del Fuego : « y el cazador de indios recibía / sucios billetes por traer cabezas, / de los dueños del aire, de los reyes / de la nevada soledad antártica. / … Los que pagaron crímenes se sientan / hoy en el Parlamento … » (V. « La arena traicionada »).

El Canto general subraya dos acontecimientos relevantes de la historia mapuche : la Conquista y la guerra de Arauco. Presenta una conquista violenta, destructora : « Los carniceros desolaron las islas. / Guanahani fue la primera / en esta historia de martirios / … ». / Frente a los ojos de la Araucanía / cortaron las cabezas cacicales. Se daban ánimo los verdugos. … ».

De la guerra contra el conquistador destaca su carácter prolongado : « La sangre de tres siglos, la sangre océano, / la sangre atmósfera que cubrió mi tierra / y el tiempo inmenso, como ninguna guerra » (III. Los conquistadores). « Tres siglos estuvo luchando / la raza guerrera del roble / trescientos años la centella / de Arauco pobló de cenizas / las cavidades imperiales … » (IV. Los Libertadores).

Sólo Alonso de Ercilla y Zuñiga autor del poema épico La Araucana escapa a los dardos disparados contra « el agresor » : « inventor de Chile » dice Neruda, « el único que no bebió la copa de sangre ». Dicho sea de paso, el poema de Ercilla llegó a ser para los chilenos, « su epopeya nacional fundadora, al igual que la Ilíada y la Canción de Rolando son las de Grecia y de Francia » (Hots, 1993). Como Ercilla el poeta canta la geografía y la historia de los hombres, pero a la diferencia de Ercilla, además de la distancia cronológica de ambos poemas, la visión nerudiana de la historia tiene un referente político y militante (4). Para Neruda, la historia de los pueblos latinoamericanos está marcada por los sucesivos dominadores : luego de la Conquistadores, las castas criollas, las oligarquías y los tiranos de turno, el imperialismo incrustado en la vida económica a través de compañias como la Standard Oil Company, la Anaconda Cooper Mining, la United Fruit. Y todo ello con su secuela de injusticias. Por supuesto, los indígenas no escaparon a esa dominación : « lo royeron poco a poco/ magistrados, rateros, hacendados/ todos tomaron su imperial dulzura, todos se le enredaron en la manta/ hasta que lo tiraron desangrándose/ a las últimas ciénagas de América » (V. La arena traicionada).

El período  en que Neruda escribe la mayor parte de su poema (los años 40), está signado por el desarrollo de las luchas y contradicciones sociales y políticas en cuyo basamento están las luchas sociales de los años 20 y 30. Hay un crecimiento del sindicalismo y un incremento de las huelgas (5). En el plano político, se forma el Frente Popular en 1936 y que se disuelve en 1941, en 1948 se promulga la llamada Ley de Defensa de la Democracia que deja al Partido Comunista en la ilegalidad y que lleva al poeta a cruzar clandestinamente la cordillera en 1949. En el orden económico se asienta la influencia estadounidense. En el campo historiográfico (aún inalterado por el dinamismo social, político y cultural) hay una preeminencia de la historia conservadora : libros, manuales, revistas. Las oligarquías se declararon patriotas –dice Neruda-, se condecoraron en los clubs « y fueron escribiendo la historia » (Sección V, « La arena traicionada). Se trataba de una historia « de familia para las familias patricias. La que se divierte en castas genealógicas para avivar el orgullo de las castas. La que elige y escribe sobre documentos que le convienen », señala el historiador Guillermo Feliú Cruz en el prefacio al libro Ensayo crítico del desarrollo social de Chile de Julio César Jobet, publicado en los Anales de la Universidad de Chile en 1951 y editado como libro sólo en 1955. Jobet devela la imagen deformada que la historiografía oficial había dado del desarrollo histórico nacional ; critica una historia llena de fechas y de nombres, una historia –escribe- que los mejores historiadores han hecho para reforzar las pretensiones de una casta. De los mapuche nos dice que los territorios pacificados (pacificados es un eufemismo) fueron distribuidos entre los miembros de grupos dominantes, los altos jefes militares y las familias que aprovisionaban a los militares de productos que éstos necesitaban. Evidentemente, el libro suscitó controversias. Desde los años cincuenta brota una lectura e investigación histórica en ruptura con la impronta del discurso histórico conservador (6).

En ese contexto, el Canto General publicado en 1950, fue ampliamente meritorio : rescata la historia que no se conocía o que se conocía insuficientemente. En ese momento la historia indígena era más estudiada en Europa que en Chile. Los manuales no nos ayudaban a descubrir lo propio, tal como lo apunta Neruda : « Todas las civilizaciones de los manuales de Historia nos hablaban de Asiria, de los arios y de los persas y de sus colosales construcciones. Después de ver las ruinas de Macchu Picchu, las culturas fabulosas de la antigüedad me parecieron de cartón piedra, de papier maché ». Su visita a Macchu Picchu, en 1943, fue determinante : « Pensé muchas cosas a partir de mi visita al Cuzco. Pensé en el antiguo hombre americano. Vi sus antiguas luchas enlazadas con las actuales. Allí comenzó a germinar mi idea de un Canto general americano … Ahora veía América entera desde las alturas de Macchu Picchu » (Santí, 2002 : 21). Es entonces natural que en la sección IV « Los Libertadores », los poemas a Cuauthémoc, Caupolicán, Lautaro, Tupac Amaru, se encuentren junto a los dedicados a O’Higgins, Carrera, San Martin, Artigas, Martí, Zapata, Sandino, Recabarren. El canto a importantes figuras mapuches sea quizá el monumento poético que viene a suplir la ausencia de esos monumentos en Santiago, ciudad que sólo mantiene « la memoria de los invasores » (7).

Neruda se inscribió, con su Canto General, a contracorriente de la historia oficial. Esto  se entiende mejor con una rápida referencia a lo que en 1948 escribió un conocido historiador y destacado exponente del pensamiento conservador de la época : « el araucano era negado a la abstracción y sólo reaccionaba frente a lo tangible … no tienen para él sentido las ideas de patria, de honor, de gloria, de justicia y de derecho, … exalta la fuerza, la sexualidad, el robo y la borrachera » (Eyzaguirre, 1980 : 36). Pero Eyzaguirre no es un caso aislado. Encina, antes que él, había escrito : « en cuanto se substrae al control y al contacto de los elementos sociales superiores más civilizados que él, el campesino cargado de sangre araucana, desciende en moralidad, en cultura, en todo lo que constituye la civilización » (Encina, 1955 : 48). Desde la segunda mitad del siglo XIX los historiadores más connotados, Diego Barros Arana, Benjamín Vicuña Mackenna, por ejemplo, estigmatizaron al indio : « primitivos », « salvajes », « desprovistos de desarrollo intelectual », « bandidos », « bárbaros belicosos », etc.

Pero no se trata sólo de historia de ayer. En un manual escolar reeditado en 1989, acerca de la larga resistencia al conquistador, se dice : « no es posible atribuir la homérica resistencia del pueblo mapuche al patriotismo, pues es éste un sentimiento basado en nociones demasiado abstractas para el hombre primitivo » (Frias, 1989 : 117). Otro historiador, Premio Nacional de Historia en 1992, hacía la distinción entre buenos y malos mapuche. Los malos : son los indolentes, los que continúan apegados a sus tierras, los intelectualmente limitados,  que buscan refugio en el alcohol y la protesta.

Entonces, ¿cómo sorprenderse cuando Neruda escribe sobre el racismo de los que gobiernan ? En su artículo « Nosotros, los Indios » (8), cuenta que siendo Cónsul General en México (1940-1943), fundó una revista, bautizada « Araucanía », para dar a conocer el país. El primer número tenía en la cubierta la foto de una araucana. Envió tres ejemplares a Chile : al Presidente, al Ministro de Relaciones Exteriores, al Director Consular. En lugar de las felicitaciones recibió una inequívoca respuesta : « Cámbiele de título o suspéndala. No somos un país de indios ». Esto en un país en dónde el embajador en México « parecía un Caupolicán redivivo » y el Presidente Pedro Aguirre Cerda « era el vivo retrato de Michimalonco » (Neruda, 1980 : 291). Esto no le impidió cantar a su « pequeña patria » : « Feliz año, este año, para ti, para todos / los hombres, y las tierras, Araucanía amada. / Entre tú y mi existencia hay esta noche nueva / que nos separa, y bosques y ríos y caminos / Pero hacia ti, pequeña patria mía,/ como un caballo oscuro mi corazón galopa ». (XIII. Coral de año nuevo para la patria en tinieblas).

Sin duda, el discurso historiográfico que sumariamente acabamos de describir, contribuyó a la discriminación de los indigenas como también el hecho de que los chilenos se desplazaran, en el curso del siglo XX, entre « dos constelaciones frágiles, la raza y el mercado », considerando al europeo como un motor del progreso (Subercaseaux, 1999). En el cuadro de esas ideas se construyó el mito de una raza chilena homogénea, mito que se convirtió en uno de los fundamentos de la identidad nacional. Tal concepción de la nación cerró las puertas al pluralismo de culturas.

Pero volvamos a Neruda y su Canto general. Amén de las críticas en el plano político-ideológico, se ha controvertido su visión de la historia latinoamericana. Detengámonos un instante en este último punto para apuntar algunos elementos controversiales en el plano histórico :

a) Su visión de la Conquista. Se le ha reprochado el hecho de haber insistido únicamente en el aspecto negativo. Según Santí, Neruda idealiza las sociedades precolombinas y ve la Conquista « como una maldición histórica » en circunstancias de que Marx y Engels vieron en ella « un evento positivo, ya que significó el triunfo de un nuevo modo de producción (el naciente capitalismo) superior al azteca o el hindú » (Santí, 2002 : 77,78). Habría que relativizar el término « positivo » pues Marx escribió igualmente : « El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas, de la población aborigen », además del « saqueo de las Indias Orientales » y la caza de esclavos negros, marcan « los albores de la era de producción capitalista » (Marx, 1973 : 638). Entonces, ¿la Conquista fue un hecho positivo ? Tal vez, pero ¿para quién ?

b) Emir Rodríguez Monegal (9) critica el hecho de que Neruda olvidó « el feudalismo pre-hispánico, ejercido duramente por los aztecas en México y por los Incas en Perú » (Santí, 2002 : 76). Cabría preguntarse de qué feudalismo se trata pues éste es un resultado de la conquista ibérica según trabajos específicos al respecto : A. Lipschutz, M. Carmagnani, C. S. Assadourian, E. Laclau, R. Romano, por ejemplo.

c) El tratamiento de la historia muestra un desapego del materialismo histórico, una « ausencia de un análisis dialéctico », una carencia de análisis de las formaciones sociales. No es, por lo tanto, « un estricto tratado histórico marxista » (Santí, 2002 : 75). No debemos olvidar, sin embargo, que en los años 40 el concepto de formación económico-social o de modo de producción no ordena la reflexión histórica (10). Neruda observa la historia como poeta y no como historiador. A este respecto, me parece pertinente observar aquí, para el Canto general, lo que se apuntaba para « La Araucana » de Ercilla : es poema en primer lugar, luego una « crónica poética » (11) e histórica pues la historia de los héroes y de los pueblos olvidados por la Historia institucionalizada es también su temática. El mismo Santí lo dice muy precisamente : « Como las crónicas de Indias a las que tanto recuerda –sólo que escrita desde el punto de vista opuesto : el de los vencidos- Canto general es una historia marginal de América » (2002 : 15). Como marginal e incluso desconocida era la historia mapuche que el poeta evoca en este Canto de Chile y de América.

No deja de ser sintomático que las críticas literarias al Canto General hayan rebasado el plano puramente literario para extenderse, como lo hemos visto, a la historia. Esto muestra seguramente que este poema contribuyó a sacudir un discurso historiográfico tradicional e institucional que no contemplaba a los sectores extraños, como los indígenas, a los que hegemonizaban la sociedad chilena. Algunos críticos, acaso por el hincapié que hacen en el aspecto ideológico, no subrayan el entorno cultural, social, político de la obra y su autor. El poeta es también producto de su época.

Por último, señalar el efecto traumático de la conquista para los pueblos indígenas, como lo hace Neruda, no supone olvidar que todas las conquistas han arrastrado violencia. Informar de las consecuencias catastróficas de la conquista para la población indígena no implica ceder a la leyenda negra cuyo origen, según algunos estudiosos, se encuentra en las acusaciones del Padre Las Casas. Leyenda que en Europa halla una veta italiana, alemana y flamenca (Romano, 1972 : 121-124).

¿Neruda habría contribuido a la leyenda negra ? No lo pensamos. Recordemos que en el curso del siglo XVI, en 50 años, desapareció al menos la mitad de la población indígena. Habría que preguntarse con Ruggiero Romano (1972 : 29) :

«¿ Se puede creer verdaderamente que hubo matanza, asesinato deliberado, genocidio? Eso sería ceder demasiado fácilmente a las explicaciones simplistas de la leyenda negra. Sin duda hubo asesinatos, muertes deliberadas, genocidio. Es un hecho que ninguna leyenda rosada puede borrar. Y es un hecho que nuestra conciencia moral no debe olvidar jamás. Pero en cuanto a la explicación, la comprensión crítica de este enorme fenómeno que fue la conquista, eso no basta ». Hay que tener en cuenta, además, los movimientos de población, los cambios en el ritmo de trabajo, que serán negativos para la demografía indígena. Se socavó la estructura del mundo conquistado, lo que permitió después de la conquista « la mantención de la supremacía de ciertos grupos dominantes. Historia de ayer e historia de hoy ».

Neruda contribuyó, incuestionablemente, a la lucha y a la esperanza de los pueblos. Ese fue su verdadero compromiso. Y creemos, con él, en la profecía de Rimbaud : « Al amanecer, armados de una ardiente paciencia entraremos en las espléndidas ciudades ». Entonces, « la poesía no habrá cantado en vano » (Neruda, 1971).

Julio 2004.

Notas. 

  1. Al respecto, es ilustrativo lo que escribió A. Lipschutz en 1970 : « En Chile estábamos ascostumbrados a pensar que casi no hay mapuches. He oído hablar de ‘10.000’ mapuches que hay todavía en Chile. … Hace unos años me atacaron en la prensa chilena por haber dicho, en una entrevista en el extranjero, que en Chile hay unos cuatrocientos cincuenta o quinientos mil mapuches », Marx y Lenin en la América Latina y los problemas indigenistas, Casa de las Américas, La Habana 1974, p. 132.
  2. Era también un momento en que el marxismo en América latina, tributario de la III Internacional, subsumía la cuestión indígena (con la excepción de Mariátegui) « en el marco de la lucha de los campesinos, oprimidos y explotados, como un componente de la cuestión agraria », Hugo Cancino, Chile. La problemática del Poder Popular en el proceso de la Vía Chilena al Socialismo, 1970-1973, Aarhus University Press, 1988, p. 173.
  3. En sus Memorias escribe : « Al empuje de los conquistadores españoles, después de trescientos años de lucha, … los chilenos continuaron  lo que se llamó « la pacificación de la Araucanía », es decir, la continuación de una guerra a sangre y fuego, para desposeer a nuestros compatriotas de sus tierras. Contra los indios todas las armas se usaron con generosidad : el disparo de carabina, el incendio de sus chozas, y luego, en forma más paternal, se empleó la ley y el alcohol. El abogado se hizo también especialista en el despojo de sus campos, el juez los condenó cuando protestaron, el sacerdote los amenazó con el fuego eterno », Pablo Neruda, Confieso que he vivido. Memorias, Seix Barral, Barcelona 1983, p. 16.
  4. Ingresó al Partido Comunista en julio de 1945. Había llegado al Senado, por la provincia de Tarapacá y Antofagasta en marzo de 1945, con el apoyo comunista.
  5.  De unos 168 sindicatos industriales de fábricas en 1932 con 29.442 socios, se pasa a unos 558 sindicatos con 139.765 personas sindicalizadas en 1945 (Jorge Barría S., Chile siglo XX. Ensayo histórico social, PLA, Santiago 1973, p. 80). Las huelgas se incrementan : 85 entre 1939-46, 136 entre 1946-52 (Alfredo Jocelyn-Holt, El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar, Planeta/Ariel, Santiago 2001, p. 42).
  6. Por ejemplo : Desarrollo del capitalismo en Chile de M. Segall, 1953 ; Historia del movimiento obrero en Chile de H. Ramírez, 1956 ; Guerre et société au Chili de A. Jara, 1961 ; Interpretación marxista de la Historia de Chile de L. Vitale, cuyo primer volumen es de 1967.
  7.  Para Neruda, « … las oligarquías criollas traicionaron hasta el recuerdo de los héroes indígenas y han dedicado con pudor algunos recuerdos vergonzantes a los grandes héroes de la primera lucha americana ». « Lautaro que debió ser el símbolo de Chile » no cuenta con ninguna estatua en Santiago « mientras hay docenas en memoria de los invasores », cit. por E. Santí, El Canto general, p.183 y 202.
  8. Artículo que apareció en la revista Ercilla en julio de 1969 e incluido luego en la obra póstuma « Para nacer he nacido ».
  9. Crítico literario y profesor (1921-1985). Fue director (1966-1969) de la revista Mundo Nuevo que contaba con el apoyo del Congreso por la Libertad y la Cultura. Autor de « El viajero inmóvil. Introducción a Pablo Neruda », 1966.
  10. El debate sobre Formación económico-social y modos de producción se dio fundamentalmente en los años 60 en una perspectiva teórica más que histórica. Ver por ejemplo, Assadourian et al., Modos de producción en América Latina, Cuadernos de Pasado y Presente, Buenos Aires 1973. Para los Incas, ver Maurice Godelier, cuya caracterización del modo de producción inca dista absolutamente de la afirmación de E. Rodríguez M., « Concepto de ‘ Formación económica y social ’ : el ejemplo de los Incas », en Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, Siglo XXI editores, México 1980.

    Por otra parte, pensamos que para una discusión más amplia del tratamiento de la historia conforme a « principios marxistas » (Santí) en el Canto general, se requeriría previamente de un examen más detenido de al menos dos aspectos : a) de la trayectoria política y militante de Neruda, y del marxismo al que adhirió, b) del momento histórico en actuó y escribió el poema.

    11. El autor « se arroga la facultad de usar de todas las prerrogativas concedidas a los poetas y que no se conceden a los historiadores » (M. Morínigo, 1979 : 34-36).

 
Bibliografía

- Araya Guillermo, cit. por Pablo Catalán, « Espacio y tiempo en Canto General », en Lecture d’une œuvre, Residencia en la Tierra, Canto General de Pablo Neruda. Ouvrage collectif, Editions du Temps, Paris, 2000.

- Barría S. Jorge, Chile siglo XX. Ensayo histórico social, PLA, Santiago 1973.

- Cancino Hugo, Chile. La problemática del Poder Popular en el proceso de la Vía chilena al socialismo, Aarhus University Press 1988.

- Correa Sofía et al., Historia del siglo XXI chileno, Editorial Sudamericana, Santiago 2001.

- Encina Francisco, Nuestra Inferioridad Económica, Editorial Universitaria, Santiago 1955.

-Eyzaguirre Jaime, Fisonomía Histórica de Chile, Editorial Universitaria, Santiago 1980.

- Frias Francisco, Nuevo Manual de Historia de Chile, Zig-Zag, Santiago 1989.

- Jocelyn-Holt Alfredo, El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar, Planeta/Ariel, Santiago 2001.

- Host Michel, Présentation La Araucana de Alonso de Ercilla, Utz – Unesco, Paris 1993.

- Marx, Carlos, El Capital, vol. 1, F.C.E., México 1973.

- Morínigo Marcos, Introducción a La Araucana de Alonso de Ercilla, Editorial Castalia, Madrid 1979.

- Neruda Pablo, Recepción del Premio Nobel de Literatura. Discurso. Estocolmo, 21 de octubre 1971. Para nacer he nacido, Bruguera, Barcelona, 1980, Confieso que he vivido. Memorias, Seix Barral, Barcelona, 1983.

Canto General, Prólogo de Enrico Mario Santí, Ediciones Cátedra, Madrid 2002.

- Romano Ruggiero, Les mécanismes de la conquête coloniale : les conquistadores, Flammarion, Paris 1972.

- Subercaseaux Bernardo, Chile o una loca historia, Lom Ediciones, Santiago 1999.

- Teitelboim Volodia, Neruda, la biografía, Ediciones Merán, España 2003. Conferencia sobre Pablo Neruda, octubre 2001, Internet.

- Vitale Luis, Interpretación marxista de la Historia de Chile, Vol. 6, LOM, Santiago 1998.