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18 enero del 2008
LOS SIGNOS DE LA NATURALEZA
por Elikura Chihuailaf


Primer día de 2008. Mientras transito por la carretera veo levantarse la humareda del Llaima. Parece despertar el volcán pero ha estado siempre alerta, dialogando con los ríos, con el aire que sostiene sus fumarolas, con las nubes que como botes sobre el cráter nos anuncia la lluvia. Desde mi infancia escucho su diálogo sonoro con el cerro Rucapillan.

Rememoro el Relato del Azul, del origen, que nos contaron nuestras / nuestros Mayores. A orillas de los volcanes habitan los espíritus superiores –nuestros Pvllvam- que regresan desde el país Azul. Pienso en La Araucana de Ercilla. Hasta en las nubes –rayos, relámpagos y truenos- se manifestaba el combate, nuestros Pillan luchando con los Pillan españoles. Porque, como dice Ercilla, nuestro Pueblo fue generoso, pero ellos llegaron arrasando todo. “Esta gente no tiene alma”, dijeron, y no se dieron cuenta que la generosidad de nuestra Gente llegaba al extremo que aún siendo ellos invasores les fueron concedidos también Pillan.

Hoy seguimos viviendo la invasión violenta que hace más de un siglo inició el Estado chileno; seguimos viviendo la desazón de saber que mucha de nuestra gente sufre el aterrador ataque de la policía. En una carta -dirigida al Relator Especial de Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de los Indígenas, Rodolfo Stavenhagen- el senador Alejandro Navarro alude a las llamadas “Ley de Seguridad Interior del Estado" y "Ley Antiterrorista": “Desde entonces alrededor de 300 mapuche, hombres, mujeres y ancianos, han pasado por diversas cárceles chilenas. Más de diez ministros especiales y nueve fiscalías militares se han encargado de investigar acciones de protesta social indígena enmarcadas en un conflicto que se agudiza año tras año y donde el reclamo por el territorio usurpado a las comunidades sigue siendo el factor principal de confrontación.

La cifra total de personas sometidas a proceso en el mismo período se eleva por sobre las 500, y en la actualidad, alrededor de 150 personas se encuentran sometidas a proceso por tribunales civiles y fiscalías militares por su participación en movilizaciones, ya sea en zonas urbanas o rurales. A esa cifra, se suman órdenes de detención vigentes contra una veintena de comuneros, además de 15 presos recluidos en las cárceles de Traiguén, Lebu, Temuco, Lautaro y Angol”.

Miro hacia el oriente: pienso en nuestros Antepasados muertos y contemplo el Llaima que es la metáfora de este tiempo. La Naturaleza es una unidad, un todo que dialoga en la diversidad. Y nosotros somos sólo una parte más en ella. Por eso luchamos, nos está diciendo nuestra lamgen Patricia Troncoso, que -como mujer- posee la fuerza de la Tierra.

Así escribí la semana pasada en parte de esta columna en la que ahora manifiesto mi pena y rabia por el cobarde asesinato de nuestro peñi Matías Catrileo, baleado por la espalda por un carabinero. Mientras la autoridad política chilena decía que debe "ser enérgica en lo que corresponde a la defensa del Estado de Derecho", la autoridad armada -un oficial de carabineros- declaraba a la prensa que tal acción había sido "en legítima defensa"; y lo más probable es que en los días venideros veamos cómo el Estado otra vez intenta dejar en la impunidad al agresor (como ocurrió con el asesino de nuestro peñi Alex Lemun).

Conforme a su conveniencia, casi siempre en contra de nosotros los indígenas, la autoridad chilena golpea la mesa o guarda cómplice silencio. El Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas denunció que comunidades aledañas al predio del latifundista Luchsinger fueron reiteradamente allanadas, con destrozos en viviendas y sembrados. ¿Qué dijo entonces la autoridad?

La señal de Radio Bío Bío entregándonos la voz entrecortada de uno de nuestros peñi / hermano, que corría resguardando el cadáver de Matías, es la dramática síntesis de nuestra historia, mas también la evidencia de la sensibilidad de tantos chilenos y chilenas. Por eso ahora, en nuestros corazones y con nuestras lágrimas, parlamenta el volcán Llaima.