28 de noviembre de 2005
ENCUESTA CASEN REVELA DISCRIMINACIÓN SALARIAL A TRABAJADORES
INDÍGENAS
Sólo por ser “indio”
La Nación
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A
pesar de los números negativos, la brecha entre los sueldos
de la población indígenas y no indígenas ha disminuido
desde 1996, cuando marcaba 33,84%. |
QUIÉNES SON, DÓNDE ESTÁN
Del total de la población indígena (5,4% de los habitantes
de Chile), el 87,7% es mapuche, un 8,1% aymara, 1,8% quechua, 1,5%
rapa nui, 0,5% colla 0,2%, kawashkar 0,1%, y 0,1% yagán.
Las regiones de La Araucanía, Los Lagos y Metropolitana
concentran el 76,5%. Un 30,2% en la IX Región, en Los Lagos
un 14,6%, Aysén 13,7% (en 2000 era del 8,4%), Tarapacá
13,3% y Magallanes 10,6%. |
Sólo por ser “indio”
Vivir en Chile y ser indígena no es fácil. En similares condiciones
laborales, ganan un 26,23% menos que un no indígena. Encima, un 28,7%
sobrevive por debajo de la línea de pobreza, y uno de cada cinco
hogares no logra reunir $ 43 mil al mes. Sin dinero no hay estudios y sin
estudios sólo consiguen trabajos mal pagados. Vaya círculo
vicioso.
Antonio Valencia
La Nación
“Las sensibles diferencias detectadas en los ingresos percibidos
por indígenas y no indígenas, en similares condiciones de
calificación laboral y desempeño en ramas de actividad económica,
están evidenciando discriminación étnica, no en el
acceso al mercado de trabajo -que es muy similar al no indígena-,
sino que en el tipo de empleo y en las remuneraciones que reciben los
indígenas por los oficios quedesempeñan.”
La cita es uno de los principales corolarios que arrojó la última
encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen)
y Población Indígena del Ministerio de Planificación
(Mideplan), realidad laboral y salarial que, a juicio del informe, “contribuye
de manera relevante a la alta incidencia de la pobreza en esta población”.
El dato es claro: en igualdad de condiciones, un no indígena recibe
en promedio un sueldo 26,34% menor a un indígena.
“El salario es otra de las tantas discriminaciones que sufrimos.
Pasa mucho en las faenas, en los fundos y en las chacras. Es cierto, a
un mapuche le pagan menos por hacer el mismo trabajo que un no indígena.
Y puede que las cifras se queden cortas”, apunta el dirigente Hialario
Huirilef. Las datos, dice, reafirman lo que por años han venido
planteando: “No es que seamos reclamones o llorones. Es la realidad
y es información oficial”, realza.
La discriminación salarial por razones étnicas no es fenómeno
aislado, pues no sólo se da en el campo. El subsecretario de Mideplan
y coordinador de Políticas Indígenas, Jaime Andrade Guenchocoy,
enfatiza que sucede “en todas las ramas de la actividad económica”.
La autoridad declara que si la distancia salarial entre indígenas
y no indígenas alcanza un 26,23%, el 12,22% se explica por diferencia
de educación y capital humano, y un 9,54% exclusivamente a discriminación.
En las zonas rurales, las mayores diferencias en los ingresos se dan en
trabajos ligados al sector eléctrico, de agua y gas, donde las
remuneraciones indígenas son apenas un 37% de las no indígenas.
También hay gran margen en la labores en la construcción
e industrias manufactureras, donde los trabajadores de pueblos originarios
ganan poco más de la mitad que un criollo.
En comercio, restaurantes y hoteles, un no indígena gana promedio
$192.173, mientras un indígena percibe $150.005. En establecimientos
financieros, la brecha promedio es de $ 654.146 contra 288.322. En el
global de actividades económicas urbanas, un indígena recibe
en promedio $131 mil pesos menos que un chileno no indígena.
La brecha, si bien ha disminuido desde 1996, cuando marcaba 33,84%, la
persistencia del fenómeno no deja de ser “preocupante”,
anota Andrade, pues se trata de “problema cultural, social y estructural
que involucra a toda la sociedad”, resume.
Pobreza y más pobreza
Cuando se aborda estadísticamente la inserción laboral de
los miembros de pueblos originarios, la discriminación étnica
es uno de tantos temas ligados a la pobreza. Según los datos elaborados
a partir de la encuesta Casen, los hogares indígenas reciben ingresos
que son inferiores en casi un 40% a los de la población no indígena.
En las ciudades, la brecha es menor, pero sigue siendo considerable: el
ingreso es menor en un 25%.
Los números, actualizados a 2003, confirman los escasos avances
en superación de la extrema pobreza, además de la permanencia
en los indicadores de precariedad entre los pueblos originarios. No es
lo mismo ser pobre indígena y ser pobre no indígena. Y pese
a que el número ha disminuido levemente, cuando de contar “vulnerables”
se trata, la diferencia entre la población rural indígena
y la no indígena es de catorce puntos porcentuales: 31,6% contra
17,8%.
Sin plata ni estudios
Una de las tesis que aventura el informe Casen sobre la persistente pobreza
entre mapuches, aymaras o atacameños es que la precariedad puede
estar asociada con el bajo nivel educacional. En el campo, más
del 70% tiene estudios que no van más allá del ciclo básico,
cifra que baja al 40% en la ciudad.
Aunque más del 90% de los indígenas sabe leer y escribir,
el analfabetismo indígena rural llega al 20% entre los adultos
entre 35 y 59 años -contra 6,1% en la urbe-, y crece hasta el 45%
en el tramo de 60 años o más -bajando al 20% en la metrópoli.
El analfabetismo global asciende a un 8,4%, el doble que en la población
no indígena.
La principal razón que explica la deserción escolar indígena
es la plata. No tienen, no les alcanza. El abandono de clases llega a
un 25,4% entre los niños de 6 a 17 años, y 50,1% entre jóvenes
de 18 a 25. “Los indígenas dejan de estudiar por razones
de carencias y dificultades económicas, pero esta deserción
escolar los lleva a desempeñar oficios con muy baja o inexistente
calificación y que son -resume el informe-, los peor remunerados”.
INDIGENCIA INDÍGENA
Proviniendo de raíces etimológicas distintas, no es raro
que en Chile la palabra indigencia sea demasiado parecida al vocablo indígena.
Indigente es quien no dispone incluso de un bocado para digerir, e indígena
alude a los genes étnicos. Como sea, en todo el país, la
indigencia indígena representa un 6% de los cerca de 800 mil habitantes
que se reconocen mapuche, aymara, atacameño, quechua, rapa nui,
coya, kawashkar o yagán.
No es todo. Dos tercios de la población indígena vive en
ciudades y un 27% de ellos vive por debajo del umbral de pobreza. Casi
un 20% es pobre no indigente, o sea, uno de cada cinco de esos hogares
no reúne cada mes$ 43.712.
En el campo no es muy distinto. Un 60,3% de ellos consigue ingresos mensuales
inferiores a los $120 mil, y un 20,9% gana hasta $ 230 mil. Más
del 10% es indigente y casi un 20 % es pobre. Los hogares de indígenas
indigentes rurales no alcanzan a reunir $17 mil pesos cada mes para comer,
y los pobres no indigentes generan ingresos por menos de $30 mil.
SALUD, EDUCACIÓN, TRABAJO
Vivienda: Úna alta proporción de la
población indígena es propietaria de su casa: 75,5%,
cifra mayor, incluso, que la no indígena, que alcanza un 69,8%.
El hacinamiento llega al 2,2%.
Salud: la cifra también es favorable, al menos
en cobertura del sistema público. En el campo llega al 95%
y en la ciudad a 80%.
Mujer y trabajo: destaca la presencia de la mujer
indígena en el mercado laboral urbano: un 45% de ellas trabaja,
cuatro puntos porcentuales más que las no indígenas.
Las jefas de hogar aumentaron de un 20% a un 25% entre 200 y 2003.
Idioma: mejoró el índice. Un 37% habla
o entiende su lengua originaria. Un 18% lo habla. |
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