april. 08.2002
Condena y animosidad de clase hacia
la lucha mapuche por la tierra
por Arauco Chihuailaf |
El profesor Villalobos reitera su condena a la lucha mapuche
por la tierra. Su argumentación destila su neoliberalismo acérrimo. No
es casual que su primera arremetida haya encontrado en El Mercurio su
primera tribuna (mayo y septiembre 2000). Allí presentó su embestida ideológica
utilizando la historia como envoltura. Ahora en Las Ultimas noticias (22.3.02).
su condena es más desembozada : « Los mapuches son unos simples burgueses
».
« En el lenguaje de nuestra época profundamente influido por toda clase
de doctrinas y animosidades, burguesía es una expresión de condena que
se lanza sobre una clase social de vieja raigambre histórica » (S. Villalobos,
Origen y ascenso de la burguesía chilena, 1987).
Su conversión (que esperamos pasajera por su investidura universitaria)
a la prestidigitación o la provocación, lo lleva al descubrimiento de
nuevos « burgueses ». Naturalmente, emplea ese vocablo desprovisto de
toda otra consideración que no sea ideológica para condenar no a « una
clase social » sino a un pueblo de vieja presencia y trayectoria histórica
en lo que fue por siglos su territorio : región centro-sur de Chile.
El prof. Villalobos asume su papel de intelectual de los sectores empresariales
(que hoy se espantan, como la oligarquía del siglo XIX, de las luchas
mapuches), y que han hecho de la rentabilidad a ultranza su religión,
pero lo asume recurriendo a la caricatura tosca : los mapuches vendieron
sus tierras « por unas chuicas de aguardiente » o baratijas, por consecuencia
no tienen « derecho a reclamo ». Afirma, sin embargo, que la historia
es una actividad científica (Las Ultimas Noticias, 27.3.02). Pero en sus
declaraciones a la prensa no asume su papel de historiador. Caricaturizando
la historia se inscribe en la línea de aquéllos que en el terreno político
acusan a los « terroristas », a « los manipulados », a « los subversivos
» mapuches. No soportan que la policía esté obligada « a actuar con la
debida prudencia » ¿Qué puede sorprender ? Son los mismos que ayer fueron
de una ostensible discreción o anuencia ante la represión dictatorial.
Y hoy reivindican sin decoro el « estado de derecho ».
Si el debate no se asienta en la desenvoltura, en la ligereza y la deshonestidad
intelectual, habrá que reconocer algo esencial : el despojo de tierras
de que fueron objeto los « mestizos araucanos ». En el siglo XIX, por
ejemplo, las ventas fraudulentas, las « daciones en pago » por deudas
ficticias, los que se instituían herederos, la detención de falsos poderes
para la venta de tierras indígenas, estaban a la orden del día, se agregaba
la ocupación de hecho de tierras desertadas por mapuches a raíz de los
enfrentamientos bélicos en zonas de frontera. Al respecto cabe mencionar
la Nota del Intendente de Arauco del 3 de mayo de 1854 : se refiere a
la problemática situación acerca de « la legitimidad de los contratos
de compra y venta » de terrenos situados en territorios de Nacimiento
y Arauco. En su opinión, los hechos revelan « que no se han verificado
hasta ahora verdaderas adquisiciones en territorio fronterizo » y lo señala
como causa de « germen de graves males ». No fue por gusto –suponemos-
que hubo una abundante legislación sobre tierras indígenas. A propósito,
cabe recordar la responsabilidad del Estado en el desmebramiento del territorio
« araucano ».
Por lo demás, todas las supuestas ventas, en el siglo XIX, se hacían en
Tribunales cuyo mecanismo de funcionamiento el mapuche desconocía y los
escritos se redactaban en un idioma que no dominaba. Todo pasaba por intérpretes.
La historia del despojo no se detuvo en el siglo XX.
Por último, S. Villalobos también sabe sobradamente que en 1862 se inicia
el proceso de ocupación definitiva (aunque él recurra al eufemismo « integración
») de la llamada Araucanía. ¿Para qué ocupar un territorio que ya había
sido vendido por espejos, adornos, etc. ? ¿Con qué objeto se recurrió,
para la ocupación, al ejército si los « araucanos » ya habían protagonizado
su propia dominación ? « Nosotros no fuimos los culpables, fueron ellos
mismos », sostiene. « Nosotros », ¿quiénes son ? Sin duda no es el pueblo
chileno, porque no fue el usurpador de las tierras mapuches. El recurso
a la caricatura insolente es un procedimiento impropio de quien detenta
un Premio Nacional de Historia.
La historia de la constitución de la propiedad en la Araucanía está por
hacerse. Esa historia será también la de los abusos y de las irregularides
cometidas en la enajenación de las tierras indígenas. Hoy resulta más
fácil, para seguir ocultando la violencia y las injusticias cometidas,
para continuar eludiendo los problemas de fondo, recurrir a la condena
de los que luchan por la tierra e insinúan la represión como solución.
En un país democrático, ¿no es preferible una Comisión de Verdad Histórica
y Nuevo Trato de los Pueblos Indígenas en vez de actos y políticas que
transgreden el funcionamiento de una democracia, como la represión en
las zonas forestales o la imposición de la central Ralco? Preferible no
significa suficiente.
Las reacciones discriminatorias no deben extrañar en un país que aún no
resuelve cabalmente el reconocimiento de los derechos indígenas. Dos ejemplos:
el parlamento chileno no ha ratificado el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo, ya aprobado por diez países latinoamericanos
; no hay real apertura, contrariamente a otros países, a la diversidad
cultural interna, signo de riqueza.
Si no queremos mirar con anteojeras los movimientos reivindicativos por
la tierra, debemos tratar de comprender serenamente sus fundamentos, porque
« ninguna verdad es muy simple : hay matices, variaciones y relativismo
y, más que nada verdades complementarias. Pensarlo así requiere de independencia
y de un esfuerzo de lucidez que son indispensables en cualquier aproximación
científica » (S. Villalobos, Origen y asecenso …). El autor de esta cita
ha descartado, en el caso mapuche, la « aproximación científica » y la
« independencia » para privilegiar el argumento falacioso, las fórmulas
de choque, que son incompatibles con un debate serio. Argumento que condujo
al rector de la Universidad de Chile a discrepar « profundamente con ese
sentido de discriminación » (Ultimas Noticias, 29.3.02) que ha pasado
a ser el arma reiterativa de S. Villalobos.
30 de marzo 2002. |