Domingo 16 de octubre de 2005
La justicia en manos de abogados de Celco El
far west de constitución |
Durante cuatro meses, el tribunal del pueblo maderero no tuvo secretario
ni juez titular. Asumió como subrogante Jaime Gajardo, defensor
público y abogado de Forestal Celco. Si faltaba, corría
en su reemplazo Romilio Gutiérrez, juez de policía local
y abogado de Celulosa Arauco y Constitución. Demandantes, propietarios
y forestales denuncian que fueron juez y parte. La Corte Suprema ya tiene
los antecedentes.
Carla Alonso
Nacion Domingo
La musiquilla de espera es un peaje obligado. Graciela Pinochet, secretaria
subrogante del Juzgado de Letras de Constitución, levanta finalmente
el auricular y del otro lado del hilo escucho una voz cansina que suena
a postal sonora de la aparentemente bucólica “Conti”,
como le dicen allá. Pregunto por el abogado Jaime Gajardo Chacón,
defensor público y hasta hace poco juez subrogante del tribunal.
-No está, pero lo ubica en su oficina particular de Celco -dice
la voz con naturalidad.
Comienza así a descorrerse el velo del olor a pino y a aparecer
la cara tosca de esta ciudad cuyo nombre es un homenaje a la legalidad,
pero que siempre fue territorio de gente dura, zona de frontera. Apoyada
sobre el mar y el Maule, ésta fue alguna vez, y por siglos, la
frontera entre la colonia española y los pueblos mapuches.
“Es un lugar rudo, violento. Las clases sociales viven mezcladas.
Una vez, un tipo quiso arreglar cuentas con Rigoberto Rojo (gerente de
la forestal Celco). Estaba indignado. Entró a su casa y lo agarró
a golpes. Acá las cosas son oscuras. Muchas veces desconocidas”,
cuenta un ilustre ciudadano nacido y criado en la zona que no quiere revelar
su identidad.
Escribo el número de Gajardo, el ex juez, el abogado de Celco,
el defensor público. Me pregunto si estará en el “saloon”
de un pueblo del lejano oeste. Pero me acuerdo que esto es el Chile democrático
y que esta especie de doble militancia de Gajardo está en manos
del ministro visitador de la Corte de Apelaciones de Talca, Manuel Zañartu,
quien desde fines de septiembre investiga lo que se dice de esa lúgubre
oficina de dos pisos, anclada a pasos de la Plaza de Armas de Constitución.
Sobre todo, Zañartu investiga las causas protagonizadas por Celco
en este tribunal de frontera.
LA LISTA DE ANGELINI
Talca. Los alegatos retumban en la Primera Sala de la Corte de Apelaciones.
Zañartu hace una pausa para responder una pregunta rayana en lo
ridículo: ¿Cómo un juzgado donde van a parar todos
los enormes problemas relacionados con la empresa forestal de Angelini
pudo estar acéfalo este año por cuatro meses?
O más ridículo todavía: ¿cómo puede
ser que Gajardo Chacón sea juez y defensor público si es
también abogado de la empresa a la que aquí en Constitución
se acusa de todas las tropelías de un spaghetti western? Y mejor
aún: ¿dónde se ha visto que las ausencias de Gajardo
fueran suplidas por alguien como Romilio Gutiérrez Matte, juez
de policía local de esa ciudad, abogado de Celulosa Arauco y Constitución
y accionista de la forestal Celco?
La fantasía del “saloon” se hace cada vez más
real. Interpelo a Gutiérrez (padre del “Nacho” Gutiérrez,
panelista-rostro de “SQP”), quien simpático, campechano,
dice que es un a “lata tener que asumir, obligatoriamente, el cargo
de subrogante. Además, no nos pagan nada. Cuando me tocó
la causa relacionada con Celco, me inhabilité de inmediato”.
Como sea, la lista de subrogantes -que encabezan Gajardo y Gutiérrez-
la redacta la misma Corte de Apelaciones de Talca. El ministro Zañartu
prefiere omitir detalles. Con sobriedad, adelanta que ya se nombró
un juez. “Seguramente hoy está en su cargo. Se pidió
una investigación y todas las denuncias serán encausadas
por él”.
Mientras eso sucede aquí, los antecedentes del tribunal están
en manos de la Comisión de Ética de la Suprema. Zañartu
dice desconocer que la Corte esté al tanto del tema. “Nosotros
ya lo estamos investigando. El titular debe haber jurado ante el presidente.
Un tal Navarro”.
Se trata de Patricio Navarro Fierro, recién estrenado juez de Constitución.
Desde el jueves ocupa la oficina. Allí, Graciela Pinochet cuenta
que Navarro estuvo tres meses como juez interino: julio, agosto y parte
de septiembre. Hasta ahora lo reemplazó Gajardo, y le toca encarar
las denuncias de irregularidades.
Aquí aparece el abogado Adolfo Numi, representante de los afectados
por Celco. Las irregularidades denunciadas están “relacionadas
con el ejercicio de los abogados de la empresa. Son hechos que atentan
contra la transparencia e imparcialidad del tribunal. Y que conducen al
tema de fondo: las prácticas del empresariado en Chile”.
Un tema al que se ha referido, de forma extensa y autocrítica Felipe
Lamarca, ex hombre fuerte del Grupo Angelini, que denunció públicamente
la complicidad entre las elites políticas y económicas en
la concentración del poder.
EL JUZGADO SIN CABEZA
Constitución. Mientras eso se proclama en la capital, en “Conti”
-una especie de Dodge City criolla-, el cuento es otro. La gente que conoce
la zona no se inquieta, las cosas sencillamente son así en el poco
fragante balneario. “Es un juzgado acéfalo. Siempre las cosas
se demoran más de la cuenta. Mis clientes están pidiendo
un arbitraje contra Celco, por unas bonificaciones que no cobraron en
su momento. Pero hace más de tres meses que está todo parado”,
comenta un abogado, a condición de anonimato.
Para Adolfo Numi, el que da la cara por los denunciantes, el tema ha sido
diferente. Tanto así que, a fines de septiembre, remitió
una carta a la Comisión de Ética de la Corte Suprema. En
ella narra lo que, a su juicio, afecta el “funcionamiento normal
del Tribunal de Constitución”. Él ha enfrentado varias
irregularidades como representante de Vitelia Morán y su familia.
Gente de aspecto humilde y trabajador de la comuna de Empedrado, Constitución.
Son dueños de un fundo, El Macaco, que colinda con terrenos de
la forestal Celco.
Lo que Numi denomina argumento digno de un “Far West” comenzó
más o menos así. Corría septiembre, el mes de la
primavera y de la patria. Al visitar el terreno de doña Vitelia,
los asistentes-procuradores de Numi se percataron de que varios camiones
y grúas estaban talando los pinos al interior de la propiedad.
Uno de ellos, David Soto, cuenta: “Llevaban la carga a instalaciones
de Celco. Cuando les pregunté con qué autorización
explotaban el terreno, dijeron que eran empleados de empresas contratistas
de Celco, que había encargado la ‘urgente explotación’
de El Macaco”. Cuando Soto los increpó por el nombre de esas
empresas, los leñadores negaron con la cabeza. Pero se trata de
"Guesfor, Latin, Manantiales, Manuel Cancino, entre otras",
dice Soto.
Versiones locales hablan de que los árboles talados se transportaron
a dependencias de la empresa. Según los cálculos de Soto,
en esos días se arrancaron 30 hectáreas. Y que, peor aún,
la depredación forestal todavía continúa. Como si
el mundo se fuera a acabar, o Constitución a desaparecer.
En su momento, el hallazgo motivó un recurso de protección
en la Corte de Apelaciones de Talca contra la forestal Celco, por infracción
al derecho de propiedad. “La explotación de nuestros bosques
es un acto ilegal. La velocidad de las operaciones de corte, carga y transporte
es sorprendente. Al ritmo que van, nuestro predio desaparecerá
en 26 días”, afirma Vitelia Morán.
OTROS EXTRAÑOS SUCESOS
En el bosque, los acontecimientos tenían su propio tiempo. Para
la familia Morán, este culebrón empeoraba semana tras semana.
Doña Vitelia dice que, al verse sin salida, vendió parte
del bosque a Forestal Constitución, también maderera, pero
pequeña. Pensaban que si esa pyme explotaba los pinos, obligaría
a salir a la gente de Celco. Pero esta última dio un rápido
golpe de mano: presentó una medida precautoria. En palabras simples,
paralizar todas las faenas que se realizaban en El Macaco.
“Lo sorprendente es que la medida se interpuso en el Juzgado de
Letras de Constitución, precisamente por el abogado de Celco, Jaime
Gajardo”, cuenta la procuradora María José Flores.
Consultado, Gajardo confirmó que presentó la medida como
abogado particular de la empresa. “No estoy impedido de ejercer
mi profesión mientras soy juez subrogante. Son cosas totalmente
compatibles. Claro que hago mi presentación y me inhabilito. Lógicamente,
no puedo resolverla si la petición es mía”, cuenta,
de buen humor, el abogado de Celco.
Medidas fueron. Y medidas vinieron. Que se toca el campo, que no. Luego
de varios intentos de una y otra parte, el conflicto tuvo una salida al
estilo de película de vaqueros. Hoy, los pequeños de Forestal
Constitución y los grandes de Celco talan juntos dentro de El Macaco.
Mantienen un truculento duelo, compitiendo por cada pino insigne y roble
que encuentran. Eso, mientras Celco responde a los informes solicitados
por la Corte de Talca.
El abogado Numi y los propietarios de la zona coinciden en que Celco opera,
en el mejor de los casos, al filo de la ley. Prueba de ello, explica el
abogado, sería la rapidez con que se resuelven los asuntos judiciales
cuando la forestal Celco es la demandante, y los retrasos cuando es la
afectada.
LOS PREDIOS DE LA DISCORDIA
Lejos del tribunal se levanta la pequeña casa -tono amarillo- de
Vitelia Morán. Hacía un mes que no visitaba sus bosques.
Con un vigor que traiciona su edad avanzada, cuentan, se armó de
un palo, como bastón, y se fue la semana pasada por esos cerros
hasta llegar al límite entre su fundo y Lierecillo, de Celco. Ella
dice que conoce perfectamente los deslindes en esos parajes, que para
un forastero parecen idénticos. Sin embargo, lo que vio la tiene
consternada. Cerros completos -que asegura están dentro de su predio-
habían sido talados por empresas contratistas de Celco.
Vitelia se amarra el cabello cano y pide una aspirina. Mira el piso en
silencio. Recuerda a su esposo, fallecido, quien se empeñó
durante años en marcar el sitio con piedras de colores. “¿Pa’
que más tarde llegue la gente de la forestal a volarlo todo?”.
Y comienza a relatar cómo se gestó su amarga relación
con Celco. Al comienzo, ellos se acercaron para comprarle el terreno.
Vitelia cuenta que, incluso, habló con el encargado de patrimonio
de la empresa, César Salgado, en dependencias de la empresa forestal.
“Había un trato de palabra, pero llegado el momento de la
compra dijeron que no la harían porque el terreno era de ellos”.
Este modus operandi, advierte el abogado Numi, es la forma que tiene Celco
de quedarse con las tierras. “Todo depende de la cantidad de terreno
y de quiénes son los titulares”.
De pronto, Vitelia se acalora. Dice que Celco lleva tres meses cortando
sus bosques. Tiene rabia. Se siente pasada a llevar todos los días.
“Veo mi campo y me amargo. Se me toman los nervios y me sube la
presión. Ahora mismo... (silencio) Quiero que me respondan por
la explotación. Si ‘él’ (refiriéndose
a Celco) quiere el campo, que me pague la tierra y la explotación.
¿Para qué lo quiero pelado? A mi edad no soy capaz de trabajarlo.
Celco es como una burla”.
Carmen Espinoza también posee un terreno en la zona. En algún
rincón, su fundo Los Maquis colinda con tierras de Celco. Los compradores
todavía no se acercan a conversar. “Pasará lo mismo
que con Vitelia. Cuando yo quiera empezar faenas dirán que el predio
les pertenece”, dice Carmen. Por las dudas, ella recopiló
cuanta escritura halló en los rincones de su casa. Por estos días
se muestra irascible. Más que alerta. “Porque pasé
ayer por ahí y vi varios árboles marcados. Además,
hay un portón que obstaculiza la entrada a mi fundo”.
Las propietarias cuentan que mucha gente enfrenta el mismo dilema. Aunque
algunos son más osados, como el sobrino de Vitelia, Ismael Morán,
que tomó la justicia por su mano y sacó a la gente de Celco
a balazo limpio de su campo.
Los más sorprendente: en un informe SIISA (organismo que trabaja
con información comercial, legal y financiera) el fundo El Macaco
no aparece entre las propiedades de Celco. Y tampoco Los Maquis.
DEPREDANDO EL BOSQUE
Camino a los fundos de la discordia aparece el aserradero de Forestal
Constitución, hoy subida por el chorro enfrentándose a Celco.
Al interior de El Macaco, ambas forestales compiten -cual David versus
Goliat- para ver quién bota la mayor cantidad de pinos. Discuten
por cada árbol que se extrae del fundo de los Morán. Celco
marca sus troncos con spray azul y Forestal Constitución los timbra
con un tono grisáceo. Cada mañana, unos y otros leñadores
se observan recelosos. Aunque a la hora del almuerzo, todos comparten
colaciones y tienen gestos de buena crianza. Pasa que varios que laboran
en Forestal Constitución son ex trabajadores de Celco. O viceversa.
Como Gonzalo Poncell, gerente y socio del David, la pequeña empresa
forestal. Él trabajó en la planta de Celulosa Arauco y Constitución.
Por eso dice hablar con propiedad: “Celco ha pasado por encima de
mucha gente. Arrasa, desde el punto de vista legal, porque tiene a Romilio
Gutiérrez y Jaime Gajardo”.
Poncell cuenta que la empresa de Angelini viene explotando fundos ajenos
(o de dudosa propiedad) desde los ’80. Explica que los propietarios
son gente “de campo-campo”. Y como no pueden contratar un
abogado, prefieren llegar a un acuerdo. En caso contrario, “Celco
puede hacer que el juicio dure cinco años, porque sus oponentes
no tienen plata para mantener la pelea. Además, la posibilidad
de que gane un propietario es mínima. Y cómo no, si la empresa
tiene a sus abogados como jueces”.
BATALLA CAMPAL
Según el gerente de Forestal Constitución, convivir con
Celco en la misma faena es muy complejo. El duelo empezó así:
Los Morán les ofrecieron comprar materia prima de su bosque y les
pareció un buen negocio. “Nadie se atrevía a meterse
en El Macaco porque Celco es un monstruo muy poderoso. Puede ir cerrando
las puertas a una forestal chica, hasta hacerla quebrar”.
Pero Forestal Constitución es más corajuda de lo que aparenta.
En el terreno de la discordia empezaron laborando con una máquina.
Celco se enteró y instaló cinco, y después seis.
Poncell detalla que sus rivales tienen cuadrillas en todos los sectores.
Si los de Forestal Constitución se ubican en una esquina, las máquinas
de Celco van y los rodean. Hasta el punto de intimidación. En un
mismo día, Celco tala seis veces más, desplegada por distintos
puntos del campo. Como una guerrilla, distraen, se mueven, desaparecen
para luego aparecer metros más allá. Y así avanzan
a ritmo de seis hectáreas por día.
El ex trabajador de Celco dibuja el poder que tiene la empresa en la zona:
“Su patrimonio es gigante. Compran todo lo que pillan y luego suben
los precios de la madera. Si tratas de competirles, te boicotean con los
fletes. Una vez le dijeron a los transportistas que si trabajaban para
nosotros finiquitaban con ellos”.
Para custodiar las propiedades están los “Alfa”, unos
jinetes de casacas rojas y verdes que cabalgan en motos todo-terreno por
los montes, buscando bandidos. “Si observan que alguien está
talando, pegan un telefonazo a “Cetra”, la central de Celco.
Desde la sede, les dan la orden a los supervisores de cosechas: ‘Oye,
boten árboles nomás. Bloqueen los caminos hasta que lleguemos
nosotros’”, cuenta Poncell.
Finalmente, el broche de oro: “Celco trabaja al borde de la legalidad.
Tienen la sartén por el mango porque manipulan lo jurídico,
lo comercial y los proveedores. Controlan todo el mercado del rubro maderero”.
Adelanta que a la zona está por llegar CMPC, del Grupo Matte, uno
del tamaño de Celco. Por un instante, el gerente se esperanza,
tal vez imaginando un duelo en la mitad de la calle. Pero no. La llegada
de otro gigante sólo puede dejar fuera de juego a los más
chicos, las pequeñas y medianas empresas.
¿Y qué piensa de todo esto Alberto Etchegaray, presidente
de Celulosa Arauco? ¿En la canonización del Padre Hurtado,
tal vez? LND
http://www.lanacion.cl
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New York Times, 11 de Agosto, 2004. Mapuche
Indians in Chile Struggle to Take Back Forests |
Por LARRY ROHTER
Traducido por Paul Hobi
TRAIGUÉN, Chile – Antes de que llegaron los conquistadores,
e incluso por siglos después, los bosques exuberantes y verdes del
sur de Chile pertenecieron al pueblo Mapuche. Pero hoy, plantaciones forestales
estiran en todas direcciones aquí, la propiedad de empresas forestales
que suministran madera a los Estadus Unidos, Japón y Europa.
Pero ahora los Mapuche, quejándose de falsos títulos de tierra
y daños ambientales y a su estilo de vida tradicional, están
luchando para reivindicar la tierra que ellos dicen que todavía les
pertenece. Mientras su confrontación con intereses corporativos se
ha incorporado mas violencia, el nombrado gobierno socialista de Chile ha
intentado desarticular el movimiento indígena invocando una versión
modificada de la ley antiterrorista de la época de la dictadura del
General Augusto Pinochet, 1973-1990.
A pesar de protestas internacionales, 18 lideres Mapuche están destinados
para ir a juicio, acusado bajo una normativa que sanciona por “causar
temor entre sectores de la población.” Las cargas provienen
de una serie de incidentes durante los últimos siete años
en los que los grupos de mapuche han quemado plantaciones, fincas o han
destruido equipo y camiones forestales. "Claramente, esto
es un conflicto en que se han cometido algunos crímenes bastante
graves," dijo Sebastian Brett, un representante de Human Rights Watch
en Chile. "Pero eso no significa que les puede poner a las personas
implicadas “terroristas”. Estos crímenes, no son contra
la vida ni la libertad humana, pero básicamente contra propiedad,
y ellos provienen de un sentido amplio de la queja entre los Mapuche de
que a ellos se les ha enajenado ilegalmente de sus tierras."
Para muchos Mapuche, el conflicto actual es la continuación de un
conflicto que ha existido desde que llegaron los conquistadores en el siglo
XVI. Retirándose al sur del Río Bío-Bío, ellos
triunfaron no sólo por detener el control español, sino también,
por mantener su independencia reconocida formalmente en tratados, y siendo
incorporados al Estado chileno sólo en los 1880 como resultado de
una serie de expediciones militares violentas.
Después de eso, en una imitación consciente del método
Estadounidense de tratar con pueblos indígenas, Chile puso los Mapuche
en reducciones para que colonos alemanes, italianos y suizos pudieran asentarse
en la región. Pero por los años 1920, las políticas
habían cambiado, y los Mapuche perdieron un fragmento importante
de sus títulos, disminuyendo aún más sus tierras ancestrales
por los procedimientos que ellos ahora describen como ilegal. "Desde
el momento que el estado chileno adjuntó el territorio Mapuche, y
la violencia utilizada para hacer eso, el Estado de Derecho nunca ha existido
al sur del Bío-Bío," dijo Aucán Huilcamán,
un líder del Consejo de Todas las Tierras, una organización
Mapuche con sede en la ciudad de Temuco, al sur de aquí. "El
estado niega reconocer que somos un pueblo con derechos que son vigentes
aún antes de que Chile existiera como un Estado y que siguen vigentes
hoy."
Durante la década pasada, "los Mapuche han visto la economía
del país crecer rápidamente" como el resultado de las
políticas del libre mercado que han llevado a un “boom”
de la exportación de productos Chilenos, dijo José Bengoa,
historiador destacado de Chile sobre los Mapuche, un grupo que alcanza un
millón de los 15 millones de personas viviendo en Chile. "Pero
ellos están a sí mismo en un estado de la miseria, con un
conocimiento de su situación que los lleva a la desesperación
y la exasperación."
A pesar de que intereses japonés y suizos están activos aquí
en la región que los Mapuches llaman " la Araucanía,"
Las dos principales compañías forestales son chilenos. En
la misma tierra que los Mapuches reclaman como suyo, las forestales han
plantado centenares de millares de hectáreas con pino y eucaliptus,
especies que no son nativas a la región y que consumen mucha agua
y se emplean grandes cantidades de fertilizante. “Muchas
comunidades Mapuches se han levantado y han dicho ‘Nosotros no queremos
más plantaciones aquí,' '' dijo Alfredo Seguel, un líder
de un grupo de profesionales jóvenes Mapuches llamado Konapewman.
"Campos productivos han sido convertidos en monocultivos en desmedro
de otras actividades, ayudando a destruir la tierra, empobreciendo, dañando,
sin generar mayores empleos a las personas y salarios bajos”
Sin embargo, las evidencias de un paisaje transformado están por
todas partes aquí. Las carreteras con las carteleras que proclaman,
"Si el bosque crece, Chile crece”; obedezca a la ley de la silvicultura,"
corren los kilómetros y más kilómetros pasando sólo
plantaciones, árboles fragantes que se espacian uniformemente y casi
idénticas en su altura.
Las exportaciones chilenas de madera a los Estados Unidos, casi todas los
cuales vienen de la región sureña, están cerca de U$600
millones al año y van subiendo. Aunque una campaña internacional
dirigida por la ONG ambiental Forest Ethics provocó que la cadena
de Home Depot y otros importadores destacados de madera acordaron el año
pasado revisar sus políticas compradoras para , "tomar medidas
para la protección de bosque nativo en Chile,'' algunos líderes
militantes Mapuches no están satisfechos con esto. "Las
compañías grandes y los latifundistas son usurpadores que
ganan a nuestra costa, y nosotros queremos que ellos se salgan," denunció
José Huenchunao, un líder Mapuche de una área este
de acá, que está entre los 18 destinado para pasar al juicio.
"Somos un pueblo que ha sido engañado, que ha agotado todos
los medios legales de alcanzar reparación, y nosotros tenemos el
derecho de recuperar lo que nos fue robado, incluso si eso significa usando
medios que incorporaran la violencia dentro de nuestra lucha."
En un esfuerzo para desactivar las tensiones, se conformó un equipo
especial gubernamental, la Comisión para la Verdad Histórica
y Nuevo Trato, quien publicó un informe el año pasado recomendando
cambios drásticos en el tratamiento de los indígenas en Chile,
de los cuales más de 80 por ciento son Mapuche. Las recomendaciones
incluyeron el reconocimiento formal de derechos políticos y "territoriales"
para personas indígenas, y también esfuerzos de promover su
identidad cultural.
El presidente Ricardo Lagos ha ensalzado el documento como un esfuerzo para
"corregir los errores, a veces inevitable, que el estado Chileno cometió
en su tratamiento de las etnias." Pero ni los líderes Mapuche
ni los intereses de los forestales parecen satisfechos, y a pesar de que
el Sr. Lagos ha hecho una promesa para empujar para la adopción de
las medidas, el Congreso chileno no ha tomado ninguna acción.
Algunos líderes Mapuches, incluso el Sr. Huilcamán, que era
un miembro de la comisión, se opone al informe señalando que
es "un documento colonialista" que no va suficientemente lejos.
Pero los latifundistas creen que las propuestas de autodeterminación
del plan alentarán los levantamientos indígenas como en Chiapas,
México, o llevarán aún a separatismo por parte de los
movimientos indígenas como ésos que han aparecido en Bolivia,
Perú y Ecuador. "Llevado a un extremo, esto podría
llevar a cabo el desmembramiento del estado chileno," dijo Juan Agustín
Figueroa, ex-ministro de agricultura y juez del Corte Supremo que es un
portavoz destacado para propietarios en esta región. "La unidad
nacional es un gran logro, se ganó a gran costo, y es una locura
hablar de otorgar autonomía al ‘territorio Mapuche.' "
La familia del Sr. Figueroa ha poseído una granja de 3,000 hectares
aquí desde los 1940 y él dijo que "nosotros siempre tuvimos
una política de buen vecino con los Mapuche." Pero en 2001,
después de lo que él describió como "primero amenazas
y después incendios de bosque, un grupo de Mapuches radical quemó"
una casa patronal en la propiedad.
Aunque dijo que reconoció que las organizaciones Mapuches no tuvieron
nada en común con "los grupos como Al Qaeda o aquellos en Irak,"
El Sr. Figueroa argumentó que el uso de la ley antiterrorista contra
ellos era apropiado políticamente y judicialmente. Pero es precisamente
esta campaña de dos estrategias contra los Mapuche que preocupa sus
defensores.
A fines de los 1990, la causa Mapuche tuvo más apoyo entre la ciudadana
chilena que tiene hoy," dijo Rodrigo Lillo, un abogado que ha defendido
a líderes Mapuches en tribunales militares. "Utilizando la ley
terrorista, el gobierno no sólo ha conseguido desarticular organizaciones
Mapuches, también les han robado del prestigio y la simpatía
moral de la que anteriormente mantenían." <articulo
en el ingles> |
Pacto forestal chileno sería modelo
global
August 8, 2004 5:13 p.m.
Por Jim Carlton
The Wall Street Journal |
CONCEPCIÓN, Chile — En las colinas de esta ciudad costera
un bosque de viejas araucarias mece sus ramas al viento. Los bosques nativos
como éste, que antaño corrían el peligro de ser arrasados,
tienen ahora muchas más probabilidades de envejecer tranquilamente.
Su insólito protector no es otro que Home Depot Inc.
La principal minorista mundial de madera compra casi el 10% de las exportaciones
de madera chilenas. La mayor parte proviene de plantaciones de especies
no autóctonas de pino y eucalipto que las madereras chilenas plantaron
en tierras baldías, incluyendo zonas en las que se habían
talado o quemado grandes franjas de bosque nativo.
En los últimos años, Home Depot ha comenzado a presionar
a los gobiernos y madereras de Asia y África hasta el continente
americano para que detengan la tala excesiva de bosques. En Chile, Home
Depot negoció recientemente un pacto para disuadir a los propietarios
de tierras de convertir los bosques nativos en la clase de plantaciones
de árboles de las que depende la minorista.
Home Depot forma parte del creciente acercamiento entre las empresas estadounidenses
y los ecologistas internacionales. Entre 1997 y 1999 los grupos medioambientales
organizaron protestas contra la compañía, acusándola
de no asegurarse de que su madera no provenía de especies en peligro
de extinción. Los activistas formaron piquetes frente a las tiendas
Home Depot, colgaron pancartas en su sede de Atlanta y se manifestaron
en las juntas de accionistas.
Home Depot temía que esto pudiera desencadenar una reacción
adversa en los consumidores y un descenso de ventas. Ya había comenzado
una campaña interna para mejorar las medidas medioambientales,
de modo que la compañía acordó dejar de usar madera
de bosques en peligro de extinción. También creó
un nuevo puesto directivo: gerente de proyectos medioambientales.
La persona designada, Roland Jarvis, tiene autoridad para romper contratos
de tala con cualquier proveedor cuyas prácticas amenacen a bosques
en peligro de extinción o perjudiquen al medioambiente de otra
manera.
Jarvis, citando la destrucción del bosque tropical en Indonesia,
redujo las compras de madera de Home Depot en la región. También
medió entre los ecologistas chilenos y las dos mayores madereras
de Chile, Empresas CMPC SA y Celulosa Arauco y Constitución SA,
para que superaran años de discrepancias y se sentaran a negociar
por primera vez.
Muchos ecologistas aplauden este nuevo activismo, diciendo que representa
el fruto de las denominadas "campañas de mercado" de
la última década. En vez de intentar lograr cambios medioambientales
con medidas del gobierno o los tribunales, presionan a empresas específicas
por medio de boicots y manifestaciones. A continuación, convencen
a estas compañías de presionar a sus proveedores para que
cambien sus prácticas, creando un efecto dominó "verde"
en la industria.
La gigante de material de oficina Office Depot Inc., tras una campaña
de los activistas en su contra, canceló su contrato con un proveedor
de Indonesia que, según los ambientalistas, usaba madera de los
bosques más amenazados de la nación. La empresa dice, sin
embargo, que la campaña no fue la causa de su decisión.
La minorista de reformas del hogar Lowe's Cos. se unió a Home Depot
y otras compañías de EE.UU. para presionar a Canadá
para que declare como zona protegida grandes franjas del Bosque del Gran
Oso en la Columbia Británica.
"Si uno logra que Home Depot transmita su mensaje, se llega mucho
más lejos que actuando simplemente como un grupo ecologista",
asevera Randy Hayes, presidente del Rainforest Action Network, grupo ecologista
de San Francisco.
Las campañas de mercado no funcionan siempre. Incluso sus defensores
admiten que los acuerdos generalmente no son vinculantes desde el punto
de vista legal. A veces, la presión de las empresas estadounidenses
no es suficiente para lograr que los países cambien las prácticas
de tala perjudiciales para el medioambiente.
Home Depot accedió a las reivindicaciones de los medioambientalistas
y dio prioridad a la madera que se había talado respetando el entorno
natural. Primero usó las pautas del Consejo de Administración
Forestal, un organismo con sede en Bonn, Alemania, que certifica qué
árboles se han talado adecuadamente. Pero Home Depot se dio cuenta
de que no podía hacer frente a su demanda sólo con madera
certificada por el consejo. Necesitaba identificar bosques en todo el
mundo y persuadir a sus proveedores de que no los talaran.
Fue todo un reto.
"Si nos hubieran preguntado cuando empezamos este programa qué
cantidad de nuestra madera procedía de la selva tropical brasileña,
no habríamos sabido responder", recuerda Jarvis.
A fines de 2002, un ecologista llamado Aaron Sanger telefoneó a
Jarvis. Sanger, coordinador de la campaña maderera chilena de la
organización estadounidense Forest Ethics, advirtió que
la expansión de las plantaciones estaba eliminando el bosque nativo
en Chile.
Los activistas chilenos comenzaron a quejarse del declive de éste
poco después del fin de la dictadura de Augusto Pinochet, en 1989.
En 1974, Pinochet subvencionó las plantaciones para desarrollar
una gran industria maderera. Mientras las plantaciones aumentaban hasta
generar unos US$2.000 millones al año en exportaciones, los ambientalistas
y los indios mapuche, que vivían en zonas afectadas, pelearon por
frenar la expansión.
Sanger pidió a Home Depot que negociara con las mayores compañías
madereras de Chile, CMPC y Arauco, para encontrar una solución.
A fines de 2002, Sanger empezó a organizar una campaña para
que los compradores estadounidenses boicotearan la madera chilena. Con
el tiempo, más de una docena de compañías se unieron
al boicot.
Jarvis acordó estudiar la situación. Llamó a los
directivos de las empresas chilenas y les pidió que le contaran
su versión de la historia. Los ejecutivos acusaron a los ecologistas
de exagerar las demandas. Jarvis les preguntó entonces si alguna
vez se habían sentado con sus detractores a discutir el problema.
Se sorprendió al oír que no. "Así que propuse
la idea de sentar a ambas partes a hablar de estos problemas", cuenta
Jarvis.
No fue fácil, pero tras varias reuniones las dos partes hicieron
público su acuerdo el 12 de noviembre de 2003. Aunque las madereras
insistieron en que no eran responsables de la transformación forestal,
accedieron a no comprar más tierras que hubieran sido deforestadas
recientemente por sus dueños.
Hasta ahora, todos han cumplido el pacto. Jarvis dice que se dispone a
difundir el activismo de Home Depot: "Creo que quizás este
sea un modelo que podamos utilizar en otros países".
http://online.wsj.com/public/article/0,,SB109199956894585887,00.html?mod=spanish_whats_news |